Los fanáticos de los videojuegos tienen dos opciones: o se buscan a una chica igual de fanática con la que puedan compartir su adicción hasta que la muerte los separe, o modifican sus hábitos.
Es bien sabido que las adicciones son unas de las principales causas de divorcio alrededor del mundo. Matrimonios de años que se derrumban porque uno de los dos es adicto al alcohol, a las drogas, al juego, incluso a las mujeres (o a los hombres según sea el caso), pero pocas veces nos enteramos de casos extremos como el que publicaron en Yahoo! Games el pasado 13 de febrero. Resulta que una mujer de 28 años llamada Jocelyn, ex empleada de Blizzard, le regaló a su marido World of Warcraft en 2004, el año de su lanzamiento.
Unos cuantos meses más tarde, el tipo estaba realmente enganchado con el juego, y tiempo después... perdido por completo. Era un adicto a tal grado que dejó de cumplir con sus responsabilidades en la casa, dejó de pagar las cuentas y se olvidó por completo de su esposa, dedicando todo su tiempo al aclamado título con más de 10 millones de usuarios. Sin importar la hora o el día, Peter simplemente no podía dejar de jugar hasta que lo inevitable ocurrió: Jocelyn se mudó y le pidió el divorcio luego de seis años de matrimonio. Cuando le preguntaron si volvería a salir con alguien fanático de World of Warcraft, simplemente dijo: “No me casaría con un gamer”.
Para quienes tienen novia, para quienes están comprometidos o ya casados y de pronto alucinan a su mujer quejándose amargamente porque pasan más de ocho horas pegados a la computadora o la consola, hay dos opciones: se buscan a una chica igual de fanática con la que puedan compartir su adicción hasta que la muerte los separe, o modifican sus hábitos respecto a los videojuegos; porque a mí me queda claro que no vale la pena perder una relación, al amor de tu vida o tu alma gemela por un mundo de fantasía.
Fuente: El Universal
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